El apego nos acompaña para toda la vida.
John Bowlby, médico y psicoanalista, (1969/1982) consideraba la relación de apego del niño/a con el cuidador en la primera infancia como un elemento crítico para su supervivencia, desarrollo
físico y emocional. Por este motivo, definió el apego como un
“imperativo biológico” que se arraiga en una necesidad evolutiva. Actualmente este concepto permite explicar la naturaleza del vínculo emocional que, desde el
nacimiento, se establece entre el niño/a y sus cuidadores, así como por qué las relaciones afectivas son tan importantes en nuestra experiencia como adultos
(Bowlby 1973/1980).
Los bebes nacen con una tendencia natural a buscar y establecer lazos emocionales íntimos con determinados individuos otorgando una centralidad en el desarrollo de la personalidad a los
vínculos afectivos, a su calidad y a su estabilidad.
El apego puede ser considerado un componente en la programación genética de los seres humanos.
(Bowlby 1969/1982).
Desde que somos infantes tenemos
respuestas innatas de apego, de instinto hacia amenazas y poseemos la
inseguridad hacia el entorno. Los comportamientos se demuestran en 3 tipos:
- Buscamos control e intentos de mantener a toda costa a la figura de apego a través de diversas conductas. Mantener la cercanía con las personas que fungen como cuidador y que nos puede asegurar protecciones y cuidados.
- La figura de apego como base segura desde la que explorar ambientes y experiencias no familiares. Nos sentimos libres para tomar decisiones, arriesgarnos a llevar a cabo algo nuevo, sin embargo requerimos mantener siempre a la persona cerca, disponible como algo seguro para obtener aprobación, protección, apoyo y recarga emocional.
- Recurrir siempre a una figura de apego como base segura (safe heaven) en situaciones de peligro o alarma. Al sentirnos amenazados buscamos la seguridad no solo en lugares sino también en personas que consideramos sabias o más fuertes.
Algunos puntos clave de la teoría del apego según las palabras de
Bowlby (1973):
- “Cuando una persona está segura de que su figura de apego estará disponible para él cuando lo desee, estará mucho menos dispuesto a experimentar miedo intenso o crónico que una persona que, por cualquier razón, no tiene la misma seguridad”.
- “Esta seguridad sobre la disponibilidad de las figuras de apego, o la falta de ella, se construye progresivamente a lo largo del desarrollo (infancia y adolescencia). as expectativasL que se desarrollan durante este periodo tienden a mantenerse relativamente estables a lo largo del ciclo vital”.
- “Las distintas expectativas acerca de la disponibilidad y sensibilidad de las figuras de apego son un reflejo bastante preciso de la experiencia de la persona”.
Así que la próxima vez que te hablen de apego ya tienes estos
puntos claves, que ahora sabes se desarrollan en la infancia y que determinan sin duda alguna lo que somos como
personas adultas.