Todos nos hemos equivocado, y en cuestión de consultas psicológicas muchas parejas llegan con una queja parecida “estoy harta o harto de escuchar tu perdón”, sigue siendo lo mismo, “nunca cambias”.
La virtud de reconocer un error y pedir un perdón se vuelve el gatillo de desconfianzas, resentimientos e inseguridades, ya que una palabra parece no cambiar nada. Pero es que parece que hemos malinterpretado el uso de la palabra “perdón”.
ETIMOLOGÍA: La palabra perdón viene del latín “perdonaré” que significa dar completamente, librar de una deuda. Se compone del prefijo per (indica acción completa o que aumenta), y donaré (regalar, dar). Es decir, que al pedir perdón estamos pidiendo que se nos libre activamente de una deuda, sin nada a cambio, puesto que es un regalo.
Sin embargo, la mayoría de los errores que cometemos, quienes tenemos que librarnos de una deuda, somos nosotros a nosotros mismos. Es decir, librarnos de sentirnos culpables o malos, o quizás librarnos de hábitos que nos perjudica y perjudican a los que amamos.
TRASCENDENCIA
Solo aquel que trasciende el perdón es capaz de encontrar gozo, porque deja de pensar en las faltas y comienza a vivir sus mayores satisfacciones.
CUESTIONANTES
¿Qué persona crees que viva más plena?
¿Aquella que pide perdón a cada instante o la que deja de hacer aquello por lo que se siente culpable?
“Si te encuentras atrapado en círculos viciosos de culpas, reproches o desconfianzas, te invito a que hoy, antes de pedir que la otra persona te exima de culpas, sea tú quien primero se pregunte:
¿De qué me tengo que liberar para dejar de vivir esto?
¿Qué estoy haciendo repetidamente que me lleva a la misma situación?
Nov. 16, 2022
Nov. 09, 2022